sábado, 31 de diciembre de 2022

Gloriosa humildad acostada en un pesebre 31 diciembre


GLORIOSA HUMILDAD ACOSTADA EN UN PESEBRE



Por Kelly Needham (Ministerio AVIVA NUESTROS CORAZONES)






Todas estamos hambrientas de gloria. Nos importa mucho lo que los demás piensen de nosotras, o al menos lo que piensen las personas que nos importan. Queremos ser especiales, dotadas, espirituales, únicas, maduras, sabias, ricas, populares, exitosas y queridas. Queremos que se nos tenga en cuenta, que se nos glorifique. Algunas de nosotras no queremos una tonelada de gloria, solo lo suficiente para sentirnos mejor que la otra persona. En cualquier caso, tenemos un problema de búsqueda de gloria.

Y a ese mundo que busca la gloria, vino un Dios que la había rechazado.

María dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había sitio para ellos en el mesón.

En la misma región había pastores que estaban en el campo, cuidando sus rebaños durante las vigilias de la noche. Y un ángel del Señor se les presentó, y la gloria del Señor los rodeó de resplandor, y tuvieron gran temor. Pero el ángel les dijo: «No teman, porque les traigo buenas nuevas de gran gozo que serán para todo el pueblo; porque les ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo el Señor. Esto les servirá de señal: hallarán a un Niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre». De repente apareció con el ángel una multitud de los ejércitos celestiales, alabando a Dios y diciendo: «Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz entre los hombres en quienes Él se complace» (Lucas 2:7-14).

La alegría del cielo queda al descubierto cuando la alabanza se desborda ante los pastores aquella noche. ¿Qué hay de maravilloso y emocionante en el momento en que Jesús entregó Su gloria? ¿Y por qué a menudo no compartimos la exuberancia de los ángeles por el nacimiento de Jesús? Aunque sabemos que es un día importante para nuestra fe, Su nacimiento suele verse como un peldaño en el camino hacia las cosas más grandes e importantes que hizo Jesús: Su ministerio, Su muerte y Su resurrección. Pero ninguno de esos momentos merece una declaración tan celestial.

Entonces, ¿qué tiene de loable el bebé acostado en el pesebre?


- Jesús, el Perfecto. A menudo, no nos entusiasma el nacimiento de Jesús porque no entendemos por qué vino como un bebé. ¿No habría sido más eficaz que descendiera a la tierra a los treinta años para ejercer Su ministerio y luego pagar por nuestros pecados en la cruz? Si Su muerte y resurrección fue todo lo que vino a hacer, ¿por qué llegar como un bebé y pasar treinta años haciendo cosas de poca importancia? Debido a que nuestra mayor necesidad no era solo que se pagaran nuestros pecados. 

Imagina que quieres entrar en una organización especial. El costo de la membresía es de $1 millón. Pero el problema es que no solamente no tienes un millón, sino que actualmente ¡tienes una deuda de 1 millón de dólares! Por supuesto que necesitas pagar tu deuda, pero estar en ceros no te permite entrar. Necesitas una cantidad positiva de $1 millón. De la misma manera, la salvación no solo requiere la ausencia de pecado, sino la presencia de perfección. Jesús nos dijo «Porque les digo a ustedes que si su justicia no supera la de los escribas y fariseos, no entrarán en el reino de los cielos» (Mt. 5:20).

Jesús, la única persona que no tendría que ser humilde, se humilló a Sí mismo como siervo de una humanidad ingrata y orgullosa.

Jesús vino como un niño para ganar esa justicia para nosotros. Una justicia pura, sin mancha ni arruga. Fue hecho semejante a nosotros en todo (Heb. 2:17): en la infancia, en la niñez, en la adolescencia y en la edad adulta, en la enfermedad y en la salud, en la alegría y en la tristeza, en la aflicción y en el sufrimiento, en lo insignificante y en lo significativo. Fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado (Heb. 4:15). Jesús vivió una vida perfecta, desde el nacimiento hasta la muerte, para que nosotros pudiéramos revestirnos de Él, Aquel que se ha convertido en nuestra justicia ante Dios (Gal. 3:27; 1ª Cor. 1:30).

Ese Niño acostado en el pesebre es la única razón por la que podemos salvarnos. No solo vino a eliminar nuestro pecado, sino a ganarse nuestra justicia. Por Su obediencia somos hechas justas (Ro. 5:19).


- Jesús, el Humilde. Hace poco les levanté la voz a mis hijas. Después de todo el día cuidándolas, haciéndoles la comida, yendo al baño, limpiando todo lo que quedó de las manualidades que hicieron y escuchando sus más que habituales quejas, me estaba enfadando. Decidí hacer «lo correcto» y me puse a su altura para disculparme. Justo antes de que las palabras salieran de mi boca, mi hija mayor me preguntó con condescendencia: «Mami, ¿vas a pedirnos disculpas ahora mismo? Porque no has sido muy amable con nosotras».

Me esforcé por contener el airado diálogo interior: ¡¿Disculpa?! ¡¿No soy amable con ustedes?! Hago todo por ustedes. Todo el día. Y lo único que hacen es quejarse y pelear entre ustedes. ¡¿Ahora solo porque me molesté un poco, piensas que yo soy la que está equivocada?! La humildad no es natural para nosotras, sobre todo cuando se dirige a quienes consideramos «menos maduros» que nosotras.

Pero Jesús no consideró que Su deidad fuera algo que hubiera que afirmar sobre nosotros, sino que se despojó de Sí mismo, eligiendo venir como un siervo a nuestra semejanza, eligiendo venir como un bebé (Flp. 2:6-7). El profundo significado de esto no puede sentirse sin recordar quién es este Dios-Hombre. La Biblia nos dice que Jesús es la imagen del Dios invisible, por quien y para quien fueron creadas todas las cosas, el resplandor de la gloria de Dios y Aquel que sostiene todas las cosas con la palabra de Su poder (Col. 1:15-17, Heb. 1:3, Jn. 1:1-5). Considera las alucinantes implicaciones de esto en Su nacimiento:







Terminar bien 31 diciembre



"He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe" 2ª Timoteo 4:7 (Leer 2ª Timoteo 4:1-8)


A los 103 años de edad, Man Kaur compitió como la atleta femenina de más edad de la India en el Campeonato Mundial de Veteranos de Atletismo de 2019, en Polonia. Lo sorprendente es que ganó el oro en cuatro disciplinas: lanzamiento de jabalina y de bala, carrera de 60 metros y de 200 metros. Lo más asombroso es que corrió más rápido que en el campeonato de 2017. Esta bisabuela, en su segundo siglo de vida, demostró cómo terminar bien.

Pablo le escribió a su joven discípulo Timoteo sobre cómo entraría en sus últimos años: «el tiempo de mi partida está cerca» (2ª Timoteo 4:6). Al reflexionar acerca de su vida, creía firmemente que estaba terminando bien: «He peleado la buena batalla, he acabado la carrera»; no porque hubiera calculado sus impresionantes logros o su enorme impacto, sino porque sabía que había «guardado la fe» (v. 7). Se había mantenido fiel a Jesús. Entre tristezas y alegrías, había seguido a Aquel que lo rescató de la ruina. Y sabía que Jesús lo esperaría con una «corona de justicia»; el último gozoso para su vida fiel (v. 8)

Pablo insiste en que esta corona no es para una élite reducida, sino para «todos los que aman su venida» (v. 8). Al acercarnos al nuevo año, recordemos que Jesús está deseoso de recompensar nuestro amor y de que vivamos para terminar bien.


REFLEXIONA Y ORA. ¿Cómo sería para ti terminar fuerte? ¿Quién ha sido un ejemplo de terminar bien?


(La Biblia en un año: Malaquías 1-4 Apocalipsis 22)


WINN COLLIER – (DEV. “NUESTRO PAN DIARIO”)








"Estar pendiente" 31 diciembre



"Sean como los siervos que están pendientes de que su señor regrese de una fiesta de bodas: en cuanto su señor llega y llama, ellos le abren enseguida." Lucas 12.35-40


Reconozco que vivo pendiente de la hora. Soy fanático de la agenda y de los horarios. Es parte de mi rutina. Todo programado. Sin embargo, no sufro por ello. He aprendido a aprovechar bien el tiempo y hasta me sobra para asumir nuevas tareas, aunque no dejo de mirar el reloj a cada instante.

Todos vivimos pendientes de algo. Hay gente que vive pendiente de los demás, del dinero, de la política, de los medios. Puede ser por una necesidad particular, aunque también puede convertirse en una adicción. Jesús quería que sus discípulos vivieran pendientes de su regreso y para ello les contó algunas parábolas. Esto les daría esperanza y fuerzas cuando se sintieran solos o descorazonados.

En una de esas parábolas, usó el ejemplo de los siervos que aguardaban el regreso de su amo de una fiesta de bodas. Debían mantenerse despiertos, preparados para abrirle ni bien llegara. En recompensa, el amo los haría sentar y les serviría. Evidentemente eran costumbres de aquella época. Jesús felicita, llama dichoso a quien está preparado y pendiente de su regreso. Esto le permitirá tomar buenas decisiones, aprovechar bien el tiempo, elegir lo correcto, valorar lo trascendente, mantener la fe y la esperanza. Es cierto que no sabemos cuándo ocurrirá, pero lo cierto es que tarde o temprano sucederá y necesitamos estar preparados.

Cristo estuvo pendiente de nosotros todo el tiempo. Dio su vida para salvar la nuestra y sigue pendiente de nosotros para que no perdamos la fe que nos ha dado. La lectura diaria de la Palabra de Dios y la oración son dos formas de estar pendientes de su llegada.


ORACIÓN. Gracias, Señor, por tus promesas. Hay cosas pendientes que aún nos tienes preparadas. Ayúdanos a estar preparados para tu regreso y para encontrarnos contigo. Amén.


Para reflexionar:

* ¿De qué cosas o personas estás pendiente a diario?

* ¿De qué manera mantienes viva la esperanza en el regreso de Jesús?

* ¿Cómo te ayudan la Palabra de Dios y la oración a estar pendiente de la venida de Jesús?


PARA EL CAMINO – (DEVOCIONAL “ALIMENTO DIARIO”)








El umbral de una nueva oportunidad 31 diciembre



“Echen sobre él toda su ansiedad porque él tiene cuidado de ustedes” 1ª Pedro 5:7 (Leer 1ª Pedro 5:1-11)


Al llegar a este momento del año, recuerdo las palabras del predicador Ray Stedman (1917–1992) quien una vez le dijo a su congregación: “En la víspera de Año Nuevo nos damos cuenta, como en ningún otro momento de nuestras vidas, de que jamás podremos retroceder el tiempo […]; podemos mirar atrás y recordar, pero es imposible volver a ninguna instancia del año que pasó”.

Cuando pensamos en esta frase podemos recordar a los israelitas cuando estuvieron en el umbral de una nueva oportunidad. Después de cuatro décadas de deambular por el desierto, es probable que la nueva generación se preguntara si tenía la fe y la fortaleza necesarias para poseer la tierra prometida.

Y fue en ese momento cuando su líder, Moisés, les recordó que: “Ciertamente son sus ojos los que han visto toda la gran obra que el Señor ha hecho” (Deuteronomio 11:7), y que su destino era: “una tierra de la cual cuida el Señor tu Dios. Los ojos del Señor tu Dios están siempre sobre ella, desde el principio del año hasta el final de él” (v.12).

Es normal que en las vísperas de Años Nuevos tengamos temor del futuro debido a los acontecimientos del pasado. Pero, no tenemos que permanecer encadenados a nuestros viejos recuerdos, porque podemos avanzar con la mente centrada en Dios. Así como el Señor cuidaba de la tierra y de su pueblo, sus ojos están sobre nosotros también. 

Por ello es que el apóstol Pedro les recuerda a sus lectores que a pesar de que tenemos ante nosotros un gran enemigo (1ª Pedro 5:8) y posibles malos recuerdos, Dios nos restaurará, afirmará, fortalecerá y establecerá (v.10), para que tengamos nuevas oportunidades de servirle a Él y a nuestros semejantes.

El cuidado fiel del Señor abarcará cada día del nuevo año (v.7). Podemos contar con esa promesa.


1. Recuerda que el “que” y el “donde” de nuestro futuro lo determina el “Quién” de la eternidad.

2. Así que este inicio de año procura estar más en contacto con el Señor, y no lo olvides a Él quien siempre cuida de ti.


“Echen sobre él toda su ansiedad porque él tiene cuidado de ustedes” (1ª Pedro 5:7).


HG/MD – (DEVOCIONAL DIARIO “MI DEVOCIONAL”)








¿Estás esperando algo bueno en tu vida? 31 diciembre



“¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis. Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible.” 1ª Corintios 9:24-25


Los corintios estaban muy familiarizados con los eventos deportivos. De hecho, los juegos olímpicos modernos tuvieron su origen en la antigua Grecia. En este pasaje el apóstol Pablo hace una comparación entre la vida de los atletas y la vida de los creyentes en Cristo, tratando de que ellos entendieran la necesidad de tomar en serio la nueva vida que habían comenzado a vivir. Por eso Pablo los exhorta a desear el triunfo espiritual de todo corazón, de la misma manera que el atleta que quiere obtener el premio. Pero también les advierte que habrá muchas cosas que pueden ser obstáculos en su deseo de triunfar, de las cuales tendrán que abstenerse y eliminar de sus vidas.

Al igual que para el atleta esas cosas son perjudiciales en el aspecto físico, para el creyente son dañinas al espíritu y afectan la comunión con el Señor. Si descuidamos estos principios no lograremos la victoria. Muchos creyentes se encuentran en estos momentos en medio de una crisis de fe. Desean desesperadamente caminar hacia delante y progresar en su vida cristiana, pero constantemente sienten que más bien están retrocediendo, pues no son capaces de sobrepasar los obstáculos y las pruebas que se encuentran en su camino. Las pruebas pueden fortalecer nuestra fe si nos enfrentamos a ellas de la manera correcta, de lo contrario nuestro caminar espiritual se verá afectado. ¿Cómo podemos usar esos obstáculos como escalones para ascender espiritualmente en lugar de tropezar y caer?

Primero, tenemos que entender la importancia de la fe. La Biblia define la fe como “la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.” (Hebreos 11:1). Esta divina confianza nos da fuerzas para mirar al futuro y ver que los planes del Señor para nuestras vidas son “planes de bienestar y no de calamidad”, como afirma Jeremías 29:11. La fe elimina nuestros temores, nos llena de paz y nos recuerda que Dios está en control y que sus propósitos se llevarán a cabo, independientemente de los obstáculos y dificultades que encontremos. Es más, la fe nos da la seguridad de que esos obstáculos pueden ser usados por Dios para nuestro beneficio. Así dice Romanos 8:28: “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.”

Segundo, debemos vivir una vida de expectación. En otras palabras, si verdaderamente creemos que nuestro Padre celestial contestará las oraciones que hagamos conforme a los principios de su palabra, entonces debemos actuar como si realmente lo creyéramos. Debemos planear de acuerdo a lo que esperamos y esperar su respuesta pacientemente. De la misma manera que si la próxima semana fueras a salir de vacaciones ya estarías haciendo los preparativos para el viaje y habrías escogido la ropa que vas a llevar, habrías hecho arreglos en tu trabajo para tomar un tiempo libre, habrías comprado el pasaje, con seguridad habrías leído revistas turísticas o buscado en el Internet lugares que te gustaría visitar en tu viaje. En tu mente, ya estarías disfrutando las vacaciones aunque todavía no has dado un paso fuera de la casa.

De igual manera debes actuar en tu caminar de fe. Cuando confías plenamente que Dios contestará tus oraciones, puedes disfrutar de la respuesta aun antes de que ésta llegue. Este es el poder de la fe: Nos capacita para "ver" lo que se espera. Claro que para llegar a este punto se requiere disciplina en el aspecto espiritual. Debes leer la Biblia todos los días, pues “la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios”, dice Romanos 10:17; debes pasar tiempo en oración diariamente, debes congregarte, debes servir al Señor en algún ministerio. Una vida de intimidad con Dios aumentará tu fe. Entonces podrás disfrutar el futuro, sabiendo que tu Padre celestial tiene lindos planes para ti. Confiemos que el nuevo año nos traerá muchas cosas buenas.


ORACIÓN. Padre mío, gracias por tus promesas de bienestar y prosperidad para mi vida. Te ruego aumentes mi fe para poder disfrutar de ellas aun antes de que sean una realidad. En el nombre de Jesús, Amén.


ENRIQUE SANZ – (DEVOCIONAL DIARIO “DIOS TE HABLA”)








Atardecer de la vida cristiana 31 diciembre



"Pero tú habla lo que está de acuerdo con la sana doctrina. Que los ancianos sean sobrios, serios, prudentes, sanos en la fe, en el amor, en la paciencia." Tito 2:1-2


(Leer Jueces 21 – Apocalipsis 22 – Salmo 150 – Proverbios 31:25-31)


 Envejezco, Señor; concédeme permanecer modesto y no creer que mi experiencia me permite tener una opinión infalible en todo. Dame el ser sabio en mis apreciaciones de las situaciones y de las personas.

 ¡Que no llegue a ser un personaje triste, austero, inquieto, siempre evocando el pasado, sino un modelo de paciencia, dulzura y comprensión!

 Hazme respetar cada vez mejor tus enseñanzas. Dame el ánimo de difundirlas y, ante todo, de vivirlas en un mundo desorientado, sin puntos de referencia ni esperanza. Concédeme especialmente poder reflejar el ejemplo de amor verdadero y desinteresado que tú nos dejaste.

Que la lectura de la Biblia llegue a ser, no el cumplimiento de un deber sin gozo, sino la fuente que puedo aprovechar gustoso para renovarme en ella cada día.

 Hazme más sensible a las necesidades de los que me rodean, mi familia, mis allegados, todos aquellos que atraviesan la soledad o el sufrimiento. Ayúdame a orar por ellos con perseverancia y fe.

 Hazme aguardar, no la muerte para ser liberado de mis problemas, sino el gozo de verte y estar contigo para siempre.

“Los días de nuestra edad son setenta años; y si en los más robustos son ochenta años, con todo, su fortaleza es molestia y trabajo, porque pronto pasan, y volamos… Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría” (Salmo 90:10, 12). “El fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza” (Gálatas 5:22-23).


EDICIONES BÍBLICAS – (DEVOCIONAL “LA BUENA SEMILLA”)








Les dejo Mi Paz 31 diciembre




Llegamos al último día de este año. ¡Cuántas cosas nos sucedieron! ¡Cuántos desafíos asumimos! ¡Cuántas cosas se nos fueron de las manos! Sea como sea, estamos aquí. Una vez más parados en el presente, revisando el pasado y mirando un poquito hacia el futuro. Algo similar le sucedió a Jesús.

Su obra en esta tierra estaba llegando a su fin. La hora de Su partida al cielo estaba más cerca que nunca y empezaba a despedirse.

No era fácil para quienes habían estado compartiendo sus vidas con el Maestro. Después del refinado tiempo de entrenamiento espiritual a Su lado, ya no eran los mismos. Habían cambiado sus metas, su manera de ver la realidad y su amor hacia el prójimo.

Habían descubierto a Dios y sabían que había un propósito para sus vidas mas allá de las redes y los peces del mar. De ser simples pescadores, habían pasado a ser “Sus discípulos”.

Habían aprendido a perdonar, a compadecerse a superar miedos y a conocer las cosas del cielo, pero ahora, algo terminaba. Y ellos debían prepararse para una pérdida desesperante. En ese contexto Jesús les deja el legado más precioso: Su Paz.

Un autor llamado Matthew Henry escribió: “Cuando Jesús estaba por dejar este mundo hizo un testamento. Entregó su alma al Padre, legó su cuerpo a José de Arimatea.

A los soldados les dejó sus túnicas. A Juan le encargó a su madre. Pero ¿Qué podía dejar a sus discípulos, aquellos que lo habían dejado todo por Él? No tenía plata ni oro; pero les dejó algo infinitamente mejor, SU PAZ”

Nació en un pesebre prestado, fue enterrado en una tumba prestada, pero resucitó a una vida propia y fue al cielo a preparar un lugar para esperarte. Mientras tanto, en este mundo te acompaña y te acompañará SU PAZ.

Que cada Pausa en tu vida, ahora y siempre disfrutes de esa PAZ, compruebes ese AMOR y descanses en esa ESPERANZA.


PENSAMIENTO DEL DÍA. "Y he aquí YO estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén." (Jesús)


MIN. LA BIBLIA DICE - (DEVOCIONAL “UNA PAUSA EN TU VIDA”)








Oraciones sin estorbo 31 diciembre




“Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo.” 1ª Pedro 3:7


Este versículo, en la primera epístola de Pedro, provee la prueba más fehaciente que la vida espiritual no puede estar divorciada de la vida cotidiana. A pesar de que muchos cristianos viven dos clases de vidas totalmente diferentes dentro y fuera de la iglesia, para el Señor la vida es una sola. Cuando las vivencias de un discípulo en el mal llamado «mundo secular» contradicen las afirmaciones de la verdad que realiza cuando está reunido con la congregación de los santos, su relación con Dios queda profundamente afectada.

El ejemplo puntual que escoge el apóstol tiene que ver con la vida matrimonial. Es en este ámbito que mejor se puede evaluar el compromiso espiritual de una persona. Resulta sencillo «amar» a una persona con la que compartimos apenas unas horas por semana, pero es un verdadero desafío practicar el amor y la compasión con aquellas personas que no pueden ser fácilmente impresionadas por nuestras palabras. Por esto, Dios llama a la pareja a reservar para su vida de hogar las mejores inversiones de su vida espiritual, pues es allí donde podrán conocer las expresiones más profundas del compromiso con Cristo.

Esto no solamente tiene valor por lo que podemos aprender, sino también porque afecta nuestra posibilidad de relacionarnos con el Señor. En el caso de los maridos, Pedro señala que deben vivir sabiamente con sus esposas, de manera «comprensiva» según la versión de La Biblia de las Américas. Esto demanda de los hombres que ellos hagan el esfuerzo de entrar al mundo de sus esposas resistiéndose a la tendencia común de relacionarse con la esposa como si fuera otro varón. Cuando comienzan a entender la vida desde la perspectiva de ellas pueden comenzar a amarlas verdaderamente.

El proceso de acercamiento que demanda esta actitud comprensiva garantizará que sus oraciones no sean estorbadas. ¿A qué se refiere el apóstol con esta frase? Entiendo que habla de oraciones que fluyen con naturalidad delante del Padre, guiadas y energizadas por el Espíritu. Toda oración eficaz tiene su origen en la persona misma de Dios, por lo que orar sin impedimentos significa estar atento a las directivas y las cargas que proceden del corazón del Padre. Solamente los hombres que están haciendo a un lado su egoísmo natural podrán disfrutar de esta experiencia, y este proceso se ve afectado por la realidad cotidiana en el matrimonio.

El principio es aplicable a otras esferas de la vida. La persona que ora con un corazón lleno de amargura no podrá disfrutar de una vida espiritual plena. El discípulo que intenta relacionarse con el Señor mientras continúa en desobediencia a alguna palabra específica recibida por parte de Dios, seguramente no podrá entrar a su presencia con libertad. Es fundamental para todo hijo de Dios, y en especial para los que pastorean su rebaño, que no separemos el ámbito espiritual de nuestras actividades cotidianas. La mejor escuela para la oración es, precisamente, la de los momentos ordinarios de cada día.


PARA PENSAR. ¿Cómo es su vida en lo cotidiano? ¿Qué actitudes pueden ver los que le rodean? ¿Qué revela esto de la vida espiritual que usted practica?



CHRISTOPHER SHAW - (DEVOCIONAL DIARIO “ALZA TUS OJOS”)








El vital papel de la autocrítica 31diciembre



En igualdad de condiciones, un cristiano progresará espiritualmente justo en la proporción a su capacidad de criticarse a sí mismo.

Pablo dijo: «Si, pues, nos examinásemos a nosotros mismos, no seríamos juzgados» (1ª  Corintios 11:31). Escapamos al juicio crítico de Dios ejerciendo un autojuicio crítico. Toda la filosofía de la instrucción reposa en la idea de que el discípulo está equivocado, y que está tratando de ser rectificado. Ningún maestro puede corregir a su discípulo a no ser que el discípulo acuda a él con humildad. La única actitud apropiada para el discípulo es la de una humilde ausencia de autoconfianza. «Soy ignorante», dice él, «y estoy dispuesto a ser enseñado. Estoy en un error, y estoy dispuesto a ser corregido». En este espíritu semejante al de un niño, la mente es hecha capaz de mejorar.

La rapidez con la que se logren mejoras en la vida dependerá del todo del grado de autocrítica que introduzcamos en nuestras oraciones y en la escuela de la vida diaria. Que alguien caiga en el engaño de que ha llegado a la meta, y se detendrá todo su avance hasta que haya visto su error y lo haya abandonado. Pablo dijo: «No que lo haya alcanzado ya, ni que ya haya conseguido la perfección total: sino que prosigo, por ver si logro darle alcance, puesto que yo también fui alcanzado por Cristo Jesús» (Fil. 3:12).

Algunos cristianos esperan de una manera vaga que el tiempo les ayudará a crecer mejor. Esperan que el transcurso de los años los ablandará y los hará más semejantes a Cristo. Éste es un pensamiento tan tierno y patético que uno siente dudas antes de lanzarse a denunciar su error esencial. Pero será mejor que conozcamos la realidad ahora mientras podemos hacer algo, en lugar de proseguir enternecidos y con ensueños de esperanza... y totalmente errados. Un árbol torcido no se endereza con la edad; y tampoco un cristiano torcido.

Todo esto es para decir que un cristiano en su crecimiento tiene que tener en sus raíces las vivificantes aguas del arrepentimiento. El cultivo de un espíritu arrepentido es absolutamente esencial para un avance espiritual. Las vidas de los grandes santos nos enseñan que la desconfianza en uno mismo es vital para la piedad. Incluso cuando el alma obediente yace postrada ante Dios, o prosigue en obediencia reverente, convencida de que está llevando a cabo la voluntad de Dios con una perfecta conciencia, sentirá sin embargo un sentimiento de total quebrantamiento y una profunda consciencia de que está aún bien lejos de ser lo que debiera ser. Ésta es una de las muchas situaciones paradójicas en las que se encontrará el hombre humilde al proseguir conociendo al Señor. Todos hemos visto a la persona que comienza todos sus argumentos con la proposición inatacable de que está en lo cierto y que razona desde allí. Hemos recibido unas cuantas cartas que pretendían resolver todas las cuestiones, no exponiendo razones, sino estableciendo las calificaciones del escritor para pronunciar juicios. «¿Cómo se atreve usted a poner en tela de juicio mis acciones?», dice él. «Soy el principal líder en mi campo. He escrito todos estos libros y he hablado a todo este número de personas durante todo este largo período de todos estos años.» Y, por ende, no se debe tomarme a la ligera, ni se deben poner mis opiniones en tela de juicio. Si yo lo hago, es correcto. Ipse dixit. Él lo ha dicho.

Esta manera de actuar sería cómica si no fuera trágica. Sólo la mencionamos para señalar la verdad que estamos considerando y para mostrar mediante un horrible ejemplo lo que una persistente autoconfianza hará a un carácter humano. Que el público acepte a un hombre como inusual, y pronto se verá tentado a aceptarse a sí mismo como por encima de toda reprensión. Pronto una dura corteza de impenitencia cubrirá su corazón y ahogará su vida espiritual casi fuera de la existencia. La curación, si es que ha de haberla, es naturalmente sencilla. Que mire a su pasado y a la cruz en la que murió Jesús. Si puede seguirse defendiendo después de esto, que se mire a su propio corazón y que diga lo que encuentra allí. Si tras esto puede seguir jactándose, cerremos la cubierta del ataúd.

Debiéramos señalar aquí un peligro (porque habrá siempre peligros en el camino del progreso espiritual): es que podamos llegar a ser morbosamente introspectivos y perdamos el legítimo ánimo dichoso de nuestras almas. Esto no debemos hacerlo nunca, y podemos evitarlo dejando que Cristo atraiga nuestra atención en vez de nuestras propias almas. La norma segura es: Siempre que nos miremos a nosotros mismos, estemos contritos; cuando miremos a Cristo, estemos gozosos. Y miremos a Cristo la mayor parte del tiempo, mirando hacia adentro sólo para corregir nuestras faltas y dolernos por nuestras imperfecciones.



A. W. TOZER – (“CAMINAMOS POR UNA SENDA MARCADA”)








De día en día 31 diciembre




“He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.” Apocalipsis 3:20


Llegamos al final de otro año, y todavía el paciente Salvador está a la puerta del hombre, buscando entrar. Ha estado afuera ya por largo tiempo. Cualquier otro se habría dado por vencido hace tiempo y habría dado media vuelta. Pero no así con el Salvador, Él es sufrido y no quiere que nadie perezca. Aguarda con la esperanza de que un día la puerta se abra y Él sea bienvenido en el interior.

Es sorprendente que muchos no respondan de inmediato al llamado del Señor Jesús. Si fuera un vecino el que llamara, la puerta se abriría rápidamente. Si se tratara de un vendedor, alguien al menos tendría la cortesía de abrir la puerta y decirle: “¡No queremos nada!” Ciertamente si fuera el rey, presidente o aun el alcalde, los miembros de la familia lucharían entre sí por el privilegio de darle la bienvenida. Es extraño, entonces, que cuando el Creador, Sustentador y Redentor está en la puerta, se le trate fría y silenciosamente.

El rechazo del hombre es tanto más irracional cuando compren-demos que el Señor Jesús no viene para robar sino para dar, y para dar vida abundante.

Una noche, un radioyente llamó a un predicador que daba mensajes en la emisora, diciéndole que deseaba hacerle una visita. El predicador probó toda clase de excusa para disuadirle de venir, pero finalmente cedió. Como resultado, el visitante llegó con un enorme regalo de dinero para ayudar con los gastos de la radio. Después que se hubo marchado, el predicador dijo: “Estoy contento de haberle dejado entrar”.

Joe Blinco acostumbraba describir una escena, en la que se mantenía una animada conversación en la estancia de una casa. Repentinamente llamaron a la puerta principal. Un miembro de la familia dijo: “Hay alguien en la puerta”. Otro se levantó de un salto, fue a la puerta y abrió. Entonces otro preguntó: “¿Quién es?” Desde la puerta vino la respuesta. Finalmente el padre de familia ordenó en voz alta: “Dejadle entrar”.

Este es el evangelio en resumen. ¡Escucha! Hay Alguien en la puerta. ¿Quién es? Es el Señor de la vida y la gloria, Aquel que murió como Sustituto por nosotros y resucitó al tercer día, Aquel que ahora está entronizado en la gloria y viene pronto a recoger a Su pueblo para que viva con Él eternamente. ¡Dile que entre!



WILLIAM MACDONALD - (DEVOCIONAL "DE DÍA EN DÍA")








El Dios de paz 31 diciembre




“Que el Dios de paz, que resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la sangre del pacto eterno, os haga aptos en toda obra buena para que hagáis su voluntad, haciendo él en vosotros lo que es agradable delante de él por Jesucristo; al cual sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.” Hebreos 13:20-21 (Leer Hebreos 13:18-25)
  

La humanidad posee grandes submarinos nucleares con los cuales los océanos pueden ser cruzados sin nunca venir a la superficie. El secreto de su tremendo poder reside en el reactor nuclear escondido en las profundidades del submarino. Esa fuerza extraordinaria no necesita ser reabastecida, sino que constantemente está produciendo energía, para que el submarino nunca tenga que ir a puerto para ser reabastecido. Así es la vida de un cristiano. En estos dos versículos está revelado el reactor nuclear para cada cristiano.

Fíjate en los elementos de esto: “Que el Dios de paz...”. En esta carta hemos visto lo que es la paz. El equivalente moderno más parecido es salud emocional. En Cristo estamos en contacto con el Dios de la salud emocional, el Dios que tiene la intención de que la vida sea vivida en un nivel pacífico. Con Él está ligado el Señor Jesús, el gran Pastor de las ovejas. Vine de Montana y sé mucho sobre las ovejas. Si eres de la ciudad, probablemente piensas que, si las dejas solas, vienen a casa ellas solas, meneando las colas. ¡Pero te aseguro que eso es una mentira! Hay dos características notables de las ovejas: No tienen ninguna sabiduría y no tienen armas. Están siempre escapándose y perdiéndose, y son incapaces de encontrar el camino de regreso; y si algo las ataca, están completamente indefensas para defenderse a sí mismas. Es por eso que necesitan un pastor. Es por eso que nosotros necesitamos un pastor, y la razón por la cual la Biblia nos compara con ovejas. Tenemos un gran Pastor de ovejas. Él es nuestro recurso, nuestra provisión ―un Dios que está preocupado sobre nosotros, y un gran Pastor que está ahí para vigilarnos―, porque no tenemos ninguna sabiduría y no tenemos ningunas armas para nuestra defensa.

Ligados con ellos está este gran proceso, el cual está expuesto aquí: “que resucitó de los muertos… por la sangre del pacto eterno”. Ahí tienes la cruz y la resurrección. La cruz significa el final de la vieja vida de auto-dependencia, y la resurrección produce el poder de la nueva vida. Ese es el poder que es liberado en el cristiano por Cristo, que mora en nosotros. Hablamos sobre la conquista del espacio exterior, pero la más grande conquista jamás hecha fue cuando el Señor Jesús conquistó el espacio interior al mudarse al corazón del hombre, para plantar en nosotros el más grande poder por el cual la vida puede ser vivida, un poder que sana y completa.

El resultado de todo esto es que Dios te equipa con todo lo bueno para que puedas hacer Su voluntad. Este es el secreto del servicio efectivo. No tienes que pedirle a Dios que haga esto: Él está ahí para equiparte con todo para hacer Su voluntad. Hay un suministro completo y una habilidad completa. Dios va a obrar por medio de ti, no aparte de tu voluntad sino junto con ella. Tú eliges, tú te pones en camino, pero Él está ahí para llevarlo a cabo.

Entonces hay plena aceptación, incluso antes de que ocurra: “haciendo él en vosotros lo que es agradable delante de él”. Sabes que vas a complacer a Dios; sabes que no puedes hacer otra cosa más que complacerle cuando caminas de esta forma y vives a base de esto. Estás luchando una batalla que ya ha sido ganada. Pero si intentamos vivir por nuestros propios esfuerzos en la carne, estamos luchando una batalla que ya ha sido perdida. Todo esto está envuelto con la frase más influyente que jamás haya declarado el hombre: “por Jesucristo; al cual sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén”. “Por Jesucristo”; ese es el secreto de la vida; esa es la forma en la que Dios tenía la intención que el hombre viviera. ¡Qué buenas nuevas para esta vida presente! Dios tenía la intención de que las tuvieras, para que puedas vivir en tus circunstancias presentes donde sea que estés.


ORACIÓN. Padre, ayúdame a entender estas verdades, pero más que todo eso, dame la valentía para actuar sobre ellas, para que pueda entrar en la gloriosa libertad de los hijos de Dios.


APLICACIÓN PARA LA VIDA. ¡La Presencia vivificadora y transformadora de Cristo morando en nosotros es un poder transcendente del cual los submarinos nucleares son tan sólo una réplica! ¿Estamos eligiendo extraviarnos como ovejas indefensas, o estamos “contemplando la gloria del Señor, siendo transformados a Su imagen”.



RAY STEADMAN
 – (DEVOCIONAL “MÁS ABUNDANTEMENTE”)








TRADUCCIÓN